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La desesperanza venezolana: Alejandro Gutiérrez




Alejandro Gutiérrez Balboa

El 17 de noviembre de 1929 hubo elecciones presidenciales extraordinarias en México. Esto, debido a que el candidato triunfador de las elecciones del 1º de julio del año anterior, Álvaro Obregón, fue asesinado antes de que tomara posesión. Las elecciones extraordinarias culminaron en el mayor fraude electoral de los últimos tiempos en nuestro país y resultó “electo” Pascual Ortiz Rubio, al que se le adjudicó nada menos que el 93.5% de los votos. El candidato despojado, José Vasconcelos, emprendió el exilio en espera de una revuelta militar que nunca ocurrió. Lejos que los Estados Unidos presionaran para limpiar la elección, vía su embajador Dwight Morrow, no sólo apoyó a los presidentes de esa época, sino que sugirió a Plutarco Elías Calles la creación de un partido hegemónico, lo que sería después el PRI.

Algo similar ha ocurrido hace unos días en Venezuela, en la que el dictador Nicolás Maduro ha efectuado el mayor fraude en la historia de su país. Pese a que a 2 meses de la elección se ha negado a mostrar las actas y a que el pasado sábado el Tribunal Superior de Justicia del país ha dictado sentencia validando el fraude, solamente una fuerte presión internacional podrá revertir el resultado.

Maduro está ganando tiempo y, de no darse la presión, se afianzará en el poder, a pesar de que las actas han sido mostradas por la oposición, que hábilmente evadió los controles gubernamentales y ha podido demostrar el tamaño del despojo del que han sido víctimas.

Lo malo es que, como en el México de 1929, el único país de América que podría ejercer tal presión que obligue a Maduro a ceder el poder, no lo va a hacer.

En Estados Unidos se da una feroz contienda electoral entre un candidato demagogo, mentiroso y señalado como culpable de 34 delitos, con ningún compromiso internacional fuera de lo que lo liga a la Rusia de Vladimir Putin, contra una candidata emergente, con una visión muy liberal de la vida y la política, de izquierda y que no se comprometerá en nada a favor del pueblo venezolano.

La única posibilidad, dado lo anterior, es una presión por parte de la Unión Europea, mucho más decidida que simples posicionamientos legalistas o morales, algo que se ve muy remoto.

Por todo ello, la hegemonía del dictador venezolano con toda probabilidad se afianzará, continuará el éxodo de su población y los regímenes aliados buscarán afianzarse de igual manera en sus respectivos países. El futuro no es promisorio.



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Escrito por Visión Ácida

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