Sergio Arellano/Asesor en Derechos Humanos
@siarellano5
Esta última semana ha sido complicada para la investidura presidencial por las recientes actualizaciones que han tenido en materia de gobernanza. Si bien es cierto que el Presidente de la República debe ser respetuoso de la división de poderes, también lo es que tiene una enorme injerencia política en todas las esferas.
Recuerdo bien aquellos tiempos del PRI en donde todo debía de contar con la anuencia de la primera magistratura, pues bueno, sucede que en esta época contemporánea, MORENA, representa el renacimiento de dicha hegemonía.
Desde la reforma que proponen al Poder Judicial de la Federación hasta la desaparición de los órganos constitucionales autónomos como el INAI, hemos visto la mano de Andrés Manuel López Obrador como decisora del proceso. El malestar de la población por estas iniciativas, añadiendo la delicada situación con la Embajada de Estados Unidos en nuestro país por una supuesta intromisión en las decisiones internas en perjuicio de la soberanía, ha causado una incertidumbre constante y continua, lo que podría concluir en: ¿qué otra cosa puede salir mal? Así las cosas, estimada o estimado lector, estamos frente a un grave problema social, coyuntural y de interés social que puede afectar la estabilidad del sistema democrático que nos rige.
La administración entrante ha contestado con opacidad y lujo de reserva en cuanto a estos temas sensibles, esperando que se minimicen, no obstante, lo que está impulsando el partido en el poder para las instituciones e impartición de justicia, respectivamente, implica un cataclismo que se verá reflejado en elecciones próximas.